El misticismo puede ser entendido como uno de los peldaños más elevados de la evolución de la conciencia. Y así me gusta entenderlo, como un límite en la evolución de la conciencia. El hermano David Steindl-Rast (1993), un erudito monje benedictino, ha expresado esta misma idea en otro lugar.
José Antonio Delgado González, Licenciado en Ciencias Ambientales por la Universidad Europea de Madrid, c/ Nueva n° 4, 28400 Collado Villalba, Madrid, España. Correo electrónico: This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
DISENSIONES PRELIMINARES
El misticismo puede ser entendido como uno de los peldaños más elevados de la evolución de la conciencia. Y así me gusta entenderlo, como un límite en la evolución de la conciencia. El hermano David Steindl-Rast (1993), un erudito monje benedictino, ha expresado esta misma idea en otro lugar. Al hablar de misticismo me interesa apuntar a la propia experiencia de comunión con Dios, experiencia que se halla en el corazón de toda religión.
De la definición apuntada se desprende que el misticismo es, en primera instancia, una experiencia, una vivencia. Pero, ¿vivencia o experiencia de qué? Pues bien, la experiencia mística es uno de aquellos momentos cumbre en los que nos sentimos uno con Todo. En general, estamos aislados del resto de los seres, separados, divididos e incluso solos. Sin embargo, en esos momentos cumbre uno se siente identificado con toda manifestación de vida, dado que la vida misma se siente con todo su fulgor. Los árboles, las plantas, las montañas, los animales, todos nuestros semejantes y, hasta el propio Universo son sentidos como pertenecientes a uno mismo y uno mismo se pierde en la inmensidad del Todo, del cual forma parte. Permítanme que les muestre un fragmento de un poema que una vez escribí relacionado con mi propia experiencia mística:
Sea cual fuere la obra a representar,
tú eres y seguirás siendo,
por siempre,
la imagen divina del transcurso celestial,
fantasma proveniente del más frondoso floral,
del Divino Vergel
del que emerge el más sublime caudal
de energía vital.
De donde tiene origen el Todo
y a donde converge todo;
irreal, cual imagen fantástica,
real, cual el ripario fluir de las aguas.
Steindl-Rast (1993) afirma también que esta experiencia es la esencia de todas las religiones y la diversidad nace de las múltiples interpretaciones de dicha vivencia. Yo creo que cada interpretación y, por ende, cada religión es enriquecedora. Cada interpretación es un punto de vista diferente y, por lo tanto, una aportación inestimable al conocimiento de la inexpugnable, de la inaprehensible, de la misteriosa esencia de la vida.
El artículo que a continuación les presento es un intento, ustedes valorarán si afortunado o no, de explicación científica, si tal cosa puede hacerse, de una experiencia mística. En él, trato de utilizar la ciencia como herramienta para el estudio, análisis y explicación de una manifestación espiritual, hasta donde la ciencia permite llegar. Sin embargo, lo verdaderamente importante no es la explicación en sí, sino que dicha explicación resuene en sus adentros y conecte con el místico que cada uno de ustedes es. De lo contrario, nada de lo que se diga podrá ser comprendido y, por lo tanto y aún con mayor motivo, tampoco compartido. De hecho, sólo quien haya sufrido una transformación interior estará en condiciones de entender lo que aquí se trata de explicar, con las mayores de las dificultades para el intelecto, dado que éste último trata con una vivencia expresada y expresable por mediación del símbolo. Y, por ende, todo intento de explicación sobreexige al pensamiento, que aún con sus mayores esfuerzos y su diferenciación más excelsa no logrará plasmar más que leves pinceladas parciales de tamaño acontecimiento.
El artículo como tal, reviste una sempiterna experiencia humana con los ropajes conceptuales de los resultados de algunas investigaciones modernas, dejando abierto el camino -así lo espero y deseo- a futuros estudios.
Introducción
En su libro "La interpretación de la naturaleza y la psique", Jung (1994) estableció la existencia de un principio que denominó sincronicidad, con el que pretendía explicar ciertos casos extraordinarios imposibles de comprender desde la óptica de la causalidad.
Por sincronicidad Jung entiende "la manifestación de una coincidencia significativa en el tiempo", pudiendo ésta adoptar tres formas distintas:
1. La coincidencia de un contenido psíquico con un proceso objetivo que se percibe ocurriendo simultáneamente.
2. La coincidencia de un estado psíquico subjetivo con un sueño o visión que, posteriormente, resulta ser un reflejo más o menos fiel de un hecho objetivo, sincronístico, que aconteció más o menos en simultaneidad, pero a distancia.
3. La coincidencia de un estado psíquico subjetivo con un sueño o visión que después resulta ser un reflejo más o menos fiel de un hecho objetivo representado en el presente, pero que sucede en el futuro.
Al estudiar la sincronicidad en un experimento astrológico, Jung observa la dificultad de establecer resultados concluyentes, sin llegar, por tanto, a ninguna conclusión efectiva. De esa manera, dejó el campo abierto a futuras investigaciones.
No obstante esto, el mismo Jung afirmó la posibilidad de una explicación causal de la influencia astrológica en los seres vivos, aunque no pudo establecerla por falta de certeza empírica suficiente.
Sin embargo, los inesperados paralelismos entre la psicología analítica y la microfísica, le llevaron a sugerir una posible y definitiva unicidad entre la física y la psicología. Esta unidad psico-física de todos los fenómenos del Universo la denominó unus mundi, preparando el camino de la unificación al señalar el aspecto psicoide del arquetipo. Es decir, el arquetipo no sería una simple pauta de conducta del organismo vivo, sino que, también, muestra un aspecto casi material. Dicho de otro modo, los arquetipos tienden a manifestarse en un "arreglo" sincronístico que incluye, a la vez, a la psique y a la materia (von Franz, 1995).
Las investigaciones más recientes en el ámbito de la física moderna han constatado estas sugerencias intuitivas y, a su vez, han puesto en evidencia la increíble analogía entre el mundo de la microfísica (microcosmos) y el del universo (macrocosmos). Esto nos lleva a considerar el estudio de la Astrología desde una óptica totalmente nueva, para verter sus fundamentos intuitivos, de carácter simbólico, dentro de los moldes conceptuales de la ciencia moderna. De esta manera, como se verá a continuación, la relación causal entre los diferentes entes del universo tiene lugar a un nivel más o menos superficial, mientras que, el análisis profundo de la esencia de la materia nos lleva a concluir la existencia de aquel unus mundi que Jung (1995), tomándolo prestado de las ideas escolásticas medievales, sugiriera, en el que se presentan relaciones de significación o "conexión cuántica" de todos los aspectos, elementos y fenómenos del universo. En otras palabras, el universo, observado sub specie aeternitatis, no puede explicarse desde la óptica mecanicista newtoniana, sino, antes bien, desde una perspectiva organicista.
Postulados fundamentales de la Astrología
La visión del mundo detentada por la astrología, según la cual existe una interdependencia de todos los entes del universo, se basa en tres postulados fundamentales que permiten comprender la importancia del horóscopo o carta natal:
1. La unidad orgánica del Cosmos. Para la astrología el universo no es una máquina constituida por partes que actúan según unas leyes preestablecidas. El universo es visto como un organismo o un sistema vivo en el que se establecen relaciones de interdependencia entre los elementos que lo conforman. Es decir, el estudio del universo se enfoca de manera análoga a como lo hace Lovelocke con Gaia. Todos los organismos son, según esto, un microcosmos en pequeño.
2. La parte representa al Todo. El mundo está gobernado por una única fuente de energía y, el hombre, subordinado y confinado por el incesante movimiento de las fuerzas cósmicas, representa al mundo en sí mismo. El hombre contiene todos los atributos del universo, porque proviene del universo. Dichos atributos están concentrados en los seres humanos, de la misma forma que una célula posee toda la información del organismo entero en su ADN. El hombre, un cosmos en pequeño, representa o es un reflejo del cosmos entero, del macrocosmos. Si la parte es semejante al todo es posible entender el Todo examinando sus partes, de la misma forma que los sistemas pueden ser estudiados examinando una pequeña porción de los mismos. Dicho de otro modo, todos los elementos del Universo son imágenes fractales del macrocosmos. La astrología emplea el estudio de las unidades cósmicas de medida para comprender la personalidad humana.
3. La parte es interdependiente del Todo. Esta interdependencia puede ser descrita atendiendo al principio de sincronicidad. Los movimientos planetarios coinciden significativamente con los ciclos, movimientos y fantasmas de los seres humanos (y de todo ser vivo).
1. El cosmos como organismo
Las investigaciones llevadas a cabo por el Dr. Fidelsberger (1985) permiten explicar los postulados de la astrología en términos científicos. Los resultados de las mencionadas investigaciones apuntan al cinturón de Van allen y a su estudio como fuente fundamental para la comprensión de la moderna astrología científica.
En 1957 y 1958, gracias a la puesta en órbita de satélites (la serie Explorer), se pudo descubrir, observar y describir la existencia de dos cinturones de radiación (cinturones de Van allen) generados por una corriente de protones y electrones.
La radiación de alta frecuencia, muy energética, desintegra los neutrones de las capas altas de la atmósfera, lo que produce la carga del cinturón interior, mientras que el exterior fluctúa con la actividad solar.
Skiridin (1971) advirtió que la estructura de los sectores del campo magnético interplanetario están compuestos por campos magnéticos congelados de la atmósfera solar. Asimismo, se refirió a los efectos recíprocos entre el viento solar y los campos magnéticos de la tierra. Estos campos tienen un alcance de hasta diez radios solares, del lado diurno, llegándose a triplicar esta medida para el lado nocturno.
Por otro lado, los límites externos de la esfera magnética terrestre se hallan sometidos a enormes oscilaciones, como consecuencia de las tormentas magnéticas. Hoy podemos comprobar que en nuestro sistema solar se producen efectos recíprocos directos entre los cuerpos celestes que, a su vez, se manifiestan en las oscilaciones de los campos magnéticos.
El eje magnético terrestre sufre, pues, cambios circadianos asombrosos. Los polos magnéticos terrestres se desplazan diariamente a distancias de muchos kilómetros, lo que modifica simultáneamente el íntegro campo magnético de la superficie terrestre. Dichas modificaciones son registradas en las denominadas "efemérides magnéticas terrestres". Ahora bien, debo llamar la atención al lector para recordarle que, estos cambios en los polos magnéticos terrestres, están correlacionados con los cambios en el campo electromagnético generado por los cinturones de la "magnetosfera". Así pues, el campo magnético de la superficie terrestre y la esfera magnética que envuelve a la Tierra forman una unidad funcional.
La teoría de la relatividad nos dice que el espacio y el tiempo no son entidades separadas e independientes, sino que forman un continuum espacio-tiempo, del que participan todos los procesos y acontecimientos del universo. Este continuum espacio-tiempo tiene propiedades geométricas (puede curvarse) que se manifiestan en fenómenos como la gravedad.
Asimismo, en su "teoría del campo unificado" Einstein (1984) propuso que la prima esencia del universo no son las partículas, sino los campos. Estos campos podrían moverse o desplazarse por el espacio, a manera de pulsaciones del espacio-tiempo. Apoyándose en las investigaciones de Einstein, Fidelsberger (1985) afirma que el sistema solar es un enorme campo de fuerza electromagnético único, sometido a las leyes de la gravedad. Al desplazarse constantemente en sus respectivas órbitas, los cuerpos celestres del sistema solar modifican el campo de fuerza electromagnético de todo el sistema. Y estas oscilaciones van acompañadas por sus correspondientes modificaciones en la esfera magnética terrestre, comprobables por la oscilación del eje magnético terrestre.
Las influencias de los campos electromagnéticos en los procesos vitales
Norbert Wiener (1967), padre de la Cibernética, estableció los mecanismos que regían la transmisión de información en los sistemas de control. La idea que subyace al concepto de información no es nueva. De hecho, el viejo concepto de forma, de gran tradición filosófica, podría ser equivalente al de información. De esta manera, la información es un añadido a la materia, a la cual configura o da forma.
Se ha comprobado que los campos electromagnéticos son "portadores de información", de tal suerte que la modificación de los mismos lleva aparejado un cambio en el contenido de la información portada (Fidelsberger, 1985).
Pressman (1968) manifiesta que las reacciones experimentadas por los organismos, sea cual fuere su tipología, debidas a los campos electromagnéticos débiles de diferente frecuencia, así como a los de frecuencia continua, han sido, en su mayoría, anomalías en la regulación de los procesos de la actividad vital. La base de estas influencias reside en los efectos informativos entre los campos electromagnéticos del mundo circundante y los sistemas vivos. Pressman señala que existe una relación directa entre el aumento y recrudecimiento de enfermedades cardíacas y psico-somáticas en aquellos períodos de tormentas magnéticas. A este respecto, Jung (1994) ya advertía la correlación existente entre la curva de mortalidad y los períodos de manchas solares o máxima actividad solar.
La dispersión temporal
El efecto de los campos electromagnéticos sobre los seres vivos es muy claro en este mecanismo de adaptación que ciertos organismos han adoptado, con objeto de que sus descendientes encuentren un ambiente óptimo para su desarrollo.
La dispersión temporal requiere de un reajuste del metabolismo del organismo, ya sea este una planta, una semilla, una diáspora o un animal. Se conocen dos tipos de dispersiones temporales:
Dispersión consecuente: Es aquella que se produce como respuesta directa a los cambios ambientales. La hibernación del oso es el ejemplo más típico.
Dispersión profética: Este tipo de dispersión está relaciona con los cambios en los campos electromagnéticos, entre otros.
A los efectos de esta investigación, la dispersión profética es la que tiene mayor importancia. Cuando las condiciones ambientales resultan desfavorables para el desarrollo de la progenie, ciertos organismos disminuyen su metabolismo y se preparan para entrar en un período de latencia. Pero apenas cambian las condiciones, su metabolismo se acelera para salir de la etapa de latencia. El fenómeno descrito es equiparable a las modificaciones conductuales de ciertos animales, como consecuencia de las ondas electromagnéticas que se generan en la zona de influencia de los movimientos sísmicos. Las semillas "saben" cuando deben florecer tras un largo período en estado de latencia y los animales ajustan o adaptan su metabolismo a los cambios que se producen en el ambiente. La información que les llega activa su sistema inmunológico y su metabolismo basal, acelerándolo o retardándolo según lo requieran las circunstancias (y, por lo tanto, según la información que les llegue). Este mecanismo está regulado por un cambio en las horas de luz y una modificación de la temperatura.
Las avispas y otros insectos sociales reaccionan en cuanto se presentan los primeros fríos a finales de la estación otoñal, almacenando glicerina en sus células. Si, de forma impredecible, se presentara una helada, todo el cuerpo, desde hace ya tiempo, está preparado para el invierno, por lo que no se produciría una congelación del organismo, haciendo viable su supervivencia. Este hecho se basa en la reacción del organismo frente a los estímulos que provienen del medio ambiente. Y este mecanismo está controlado genéticamente (Fidelsberger, 1985).
Por su parte, el fisiólogo ruso Anochin (1971) ha demostrado la existencia de una memoria del continuo espacio-tiempo en las células cerebrales de los seres vivos. Así, este fisiólogo afirma que las neuronas tienen la facultad de concebir, en cortos intervalos de tiempo, fenómenos y sucesos que acaecen a nivel de todo el planeta terrestre. Esto es posible, sostiene, gracias a los procesos moleculares de las neuronas, que son capaces de recibir y reflejar las medidas del Universo, con la ayuda de los procesos que se efectúan en los órganos sensoriales.
Esta última aportación nos permite explicar el fenómeno de la dispersión temporal como sigue: un ser vivo es influido por un estímulo procedente del medio ambiente. Este estímulo, nada intenso, es receptado por algunas células de su organismo. En él se producen, a continuación, determinadas muestras de reacción que conducen a procesos químicos. El estímulo puede ser un aumento o disminución de la temperatura, o bien, una oscilación electromagnética, como un exceso o defecto de luz.
En el caso del hombre, por supuesto, rige el mismo proceso. Sin embargo, este proceso puede llegar a ser consciente. Por lo tanto, el fenómeno puede expresarse de la siguiente manera: el organismo humano, como todo ser vivo, es un sistema cibernético en el cual las informaciones procedentes del ambiente parecen activar su función energética, que se concreta en la forma del símbolo o arquetipo actualizado o constelado. Dicho de otro modo, la información procedente del ambiente (incluyendo el Universo) es registrada por lo inconsciente, que constela un arquetipo, lo que permite la aprehensión consciente de dicha información y, por ende, de la actividad psicoenergética excitada en el trasfondo de lo inconsciente. Una vez perceptible y accesible a la conciencia, la información ha de ser decodificada con el propósito de que el yo consciente la integre. Esta integración, activa el sistema de defensa del organismo contra eventuales problemas psico-somáticos y lo prepara para hacer frente a la nueva situación, manteniendo una constancia en sus funciones y actividades una vez equilibradas (homeostasis). Este equilibrio de funciones y actividades ejercen una influencia en la psique a modo de "biofeedback". Volveremos sobre ello más adelante.
Resumiendo, la información proveniente de los campos electromagnéticos es percibida por lo inconsciente. Este manifiesta dicha información en forma de símbolos, que se hacen visibles o perceptibles a la conciencia. Una vez "decodificada" la información simbólica por la conciencia, se hace patente el contenido de la información original y, por lo tanto, la dirección por la cual la libido se ve más inclinada a discurrir. Este desciframiento del mensaje enviado por lo inconsciente permite actuar conforme a las reglas inherentes al Si-mismo y, por ende, a las de todo el Universo.
2. La parte es un reflejo del todo
De acuerdo con las investigaciones más recientes, hoy sabemos de la existencia de una memoria exosomática. Hasta hace poco tiempo se pensaba que toda la información del funcionamiento de un organismo se encontraba condensada en la molécula de DNA. La técnica del DNA recombinante ha permitido conocer más en profundidad el código genético y, de hecho, ya se ha descifrado el genoma humano. Sin embargo, que la estructura y funcionamiento de un organismo pueda ser explicada íntegramente basándose en términos del código genético es sólo una hipótesis y no una teoría establecida.
Campos mórficos y resonancia mórfica
El Dr. Burr (1972) sugiere la existencia de campos electromagnéticos que organizan la estructura de los seres vivientes, a los que denominó campos L. Según el autor, estos campos electrodinámicos están determinados en parte por los componentes atómicos físico-químicos del organismo y, a su vez, determinan el comportamiento y orientación de esos componentes. Es decir, determina y es determinado por los componentes del organismo. La naturaleza de dicho campo es electromagnética.
Estas ideas han sido ampliamente desarrolladas por Shaldrake (1989), quien ha sugerido la existencia de patrones de información activa en la naturaleza, a los que denominó campos mórficos. De conformidad con sus investigaciones, los campos mórficos dirigen la formación de estructuras vivas y el comportamiento de los seres vivos, pues las reacciones de los animales siguen un patrón regido por estos campos.
La comprobación de la rapidez y efectividad que resulta de cristalizaciones de compuestos químicos tras la repetición, ha llevado al autor a proponer la existencia de una memoria exosomática. Asimismo, comprobó que si una población de ratas aprende ciertas pautas de conducta, resultaba menos costoso que todas las ratas aprendieran el mismo comportamiento. En este sentido, creemos poder postular que la información que las primeras ratas adquieren tras un alto coste energético es aprendida por ratas separadas en el espacio y en el tiempo, con un gasto de energía mucho menor, lo que aumenta la eficiencia en la incorporación de "nueva" información. Esto se fundamentaría en lo que Sheldrake denominó "hábitos" de la naturaleza. El autor postula que la naturaleza se rige menos por leyes universales que por hábitos, adquiridos por repetición de los mismos. Esto es, a mayor número de cristalizaciones previas, con mayor facilidad y rapidez acontecerán en el futuro sucesivas cristalizaciones. Y la resonancia mórfica radica precisamente en la influencia de lo semejante a través del espacio y del tiempo. En nuestra opinión, coincidente con la expresada por Peat (1995), la hipótesis de la resonancia mórfica así formulada, no resulta muy convincente. Se podría expresar, más bien, diciendo que incluso los elementos y aspectos más simples de la materia, albergan un nivel estructural microscópico muy complejo y, asociado a él, un campo mórfico que contiene información extensible a todo el medio ambiente. Asimismo, a partir de las ideas expuestas anteriormente, sugerimos que las cristalizaciones, así como el aprendizaje de las ratas y otros animales se ve modificada por las correspondientes oscilaciones en los campos electromagnéticos terrestres, dado que suponen la modificación de la información que portan.
La información y el orden implicado
La idea de que la información ejerce un efecto formativo o activo sobre las estructuras materiales ha sido investigada recientemente por el físico Bohm (1998). Además del campo electromagnético normal, la hipótesis de Bohm postula la existencia de un potencial cuántico. Este potencial, a diferencia de las otras fuerzas de la naturaleza, es sutil y no depende de la distancia. De este modo, incluso los cuerpos que se encuentran a una distancia remota de una partícula, pueden ejercer un efecto sobre esta. La acción del potencial cuántico se parece a la de una onda guía, de manera tal que porta información que afecta al movimiento de la partícula. Esta información portada ejerce una influencia formativa activa, de manera tal que una partícula individual está vinculada al universo entero por mediación del potencial cuántico. Por su parte, la partícula habrá de tener una estructura interna muy compleja que permita responder a la información portada por el potencial cuántico. En cierto modo, el campo mórfico descrito anteriormente es análogo al potencial cuántico de Bohm, en el sentido de su actuación como guía sobre los procesos de desarrollo de un organismo, con independencia de la distancia. Y, como el propio Sheldrake señala, su concepto se asemeja mucho a los arquetipos de Jung.